Esto no es un mito. Es una realidad que recientemente han descubierto muchas mujeres occidentales, pero que las árabes ya sabían desde hace siglos.
Son muchos los beneficios que se atribuyen a esta danza, tanto en el plano físico como en el mental. Quizás el punto el hecho más destacable es que mediante la danza del vientre se logra una íntima conexión entre el cuerpo y la mente, una situación de perfecto equilibrio perseguida por disciplinas milenarias como el Yoga o el Tai-chi.
A título personal los mayores beneficios que he observado en mis alumnas son precisamente los mentales. Este baile actúa como una auténtica danza-terapia, permitiendo conectar con el propio cuerpo y desarrollar las posibilidades expresivas de la persona.
En el caso de la mujer esta danza le permite tomar conciencia de su feminidad y su fuerza. En conversaciones con mis alumnas, ellas me cuentan que practicar esta danza les permite reencontrarse con la mujer que son y que este mundo competitivo nos obliga a ocultar. Tras una sesión, las preocupaciones se van y una experimenta una especie de recarga de energía, se logra un gran bienestar, alegría y se modifica hasta el modo de relacionarse con los demás, con más relajación, sensualidad y seguridad.
A través de la conexión con el propio cuerpo se produce un desbloqueo psicológico, que contribuye a despertar el amor propio. Es
por ello, que su práctica regular, ayuda con el tiempo a vencer inhibiciones y aceptar nuestro cuerpo tal y como es. He visto muchos casos de alumnas que no se sentían a gusto con su cuerpo y, poco a poco lo han ido aceptando, aprendiendo a amarlo y a respetarlo. Las consecuencias psicosociales son increíbles.
A diferencia de otros ejercicios como los aeróbicos, donde la energía invertida se proyecta hacia el exterior, con el fin de lograr una buena imagen personal, en esta danza se trabaja desde el interior, de forma que la belleza física no nace como un fin, sino como una consecuencia.
Los beneficios físicos son innumerables. A parte de ser una buena ayuda para mantener el peso (se pueden quemar entre 300 y 500 calorías según la intensidad de la clase), existen otros muchos motivos para practicar esta danza. Gracias a los movimientos específicos de la región pélvica, abdominales y la respiración se estimulan los órganos internos. Se desbloquea la zona genital, se flexibilizan los músculos perineales y la pelvis. Se disminuyen los dolores menstruales (si alguna vez te quedas a dormir en mi casa y me ves bailando a las 4 de la mañana con las luces apagadas este es el motivo ), se favorece la elasticidad del tejido abdominal y, como en su origen, supone una preparación para el parto. El trabajo de mover, girar, hacer bailar a la pelvis desbloqueando todos los músculos, hace que no se padezca de estreñimiento, ni de frigidez, ni de vaginismo ni de incontinencia urinaria o problemas de colon.
Pero esta danza no sólo se centra en esta zona, en general potencia el trabajo de todo el cuerpo. De hecho, es un baile en el que participa desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de cabeza. A través del sutil equilibrio entre tensión y relajación se fortalece la musculatura y se moldea la figura sin esfuerzos bruscos, por lo que está indicada para cualquier persona, sea cual sea su edad y condiciones físicas. Tampoco se requiere una estructura corporal determinada, como puede ocurrir en otras danzas como la clásica.
Gracias a sus movimientos circulares y ondulantes aporta una gran movilidad articular en la columna vertebral, sobre todo en las zonas lumbar, cervical y cintura escapular, evitando la rigidez de las articulaciones. Así, retrasa el colapso final de las lumbares, fenómeno que nos alcanza con el paso de los años.
También favorece la flexibilidad y fortalecimiento óseo. Por eso es recomendable tanto para las personas sanas como para las que necesitan retrasar o aliviar los efectos del reuma y artrosis o compensar el avance de la descalcificación y osteoporosis. Además, favorece la coordinación y contribuye a conseguir una postura correcta y una adecuada colocación de la espalda.
Fortalece el vientre disminuyendo la tripita, afina la cintura, redondea y endurece caderas y glúteos, tonifica y desarrolla las piernas (muslos y pantorrillas), estira toda la musculatura, proporcionando una figura más delgada.
En fin, os recomiendo encarecidamente a todas aquellas que tengáis dudas de si comenzar o no, que dejéis a un lado los tabúes y miedos y os animéis a comenzar.